ANTECEDENTES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Las tensiones acumuladas por la carrera imperialista entre las potencias europeas terminaron por hundir a los contendientes en una larga guerra que dejó sus economías agotadas y más de 9 millones de muertos.
Europa a comienzos del siglo XX
Desde finales del siglo XIX, las potencias industriales europeas se encontraban consolidando su supremacía política y económica sobre el resto del mundo. Gracias a la superioridad militar y al control político y administrativo que ejercían en África y gran parte de Asia y Oceanía, Gran Bretaña (Imperio Británico), Francia (Imperio Francés), Alemania (Imperio Alemán) y, en menor medida, Italia aseguraron diversos mercados para sus manufacturas, al tiempo que obtenían materias primas para sus industrias. Por su parte, el Imperio otomano, el ruso y el austro-húngaro, con un menor desarrollo industrial, experimentaron algunos problemas y desórdenes internos. Fuera de Europa, solo los Estados Unidos y Japón aparecían como nuevas potencias capaces de competir con los europeos.
Este panorama de estabilidad política y económica acompañado de avances científicos e innovaciones tecnológicas como el automóvil, el avión, el teléfono, el fonógrafo y el cinematógrafo, aumentó la confianza y el sentimiento de superioridad europeo. Por ello, Francia organizó la Exposición Universal de 1900, para que todas las naciones presentaran sus avances en las artes, las ciencias, la industria y la agricultura. Años después, los europeos recordarían con nostalgia esta etapa a la que llamaron la Belle Époque o Época Bella.
Causas económicas
Entre el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX se desarrolló la Segunda Revolución Industrial. Ésta se caracterizó por una serie de cambios: nuevas fuentes de energía (petróleo y electricidad), nuevos sectores de la producción (químico, siderúrgico y alimentario), nuevas formas de organización del trabajo (taylorismo), la concentración de capitales en torno a grandes agrupaciones de tendencia monopolística (cartel, trust) y una creciente globalización de la economía.
Surgieron nuevas potencias industriales (USA y Japón) que se unieron a las ya existentes (G. Bretaña, Alemania, Francia). Alemania ganó terreno económico a Gran Bretaña por el carácter más competitivo y moderno de su industria y se erigió en la líder indiscutible de determinados sectores productivos, como el siderúrgico y el químico.
Al mismo tiempo intentó por todos los medios arrebatar a Inglaterra sus tradicionales mercados, tanto europeos (Bélgica, Holanda, Rusia) como coloniales, y se convirtió en un serio rival comercial. Londres y París lograron mantener, no obstante, la supremacía en la exportación de capitales.
La Segunda Revolución Industrial
Tras la Primera fase de la industrialización (Inglaterra) y su extensión (Europa, USA y Japón), se inició un nuevo ciclo (superada la crisis de 1873) que habría de durar hasta el estallido de la 1ª Guerra Mundial en 1914. En este período Gran Bretaña perdió su liderazgo en beneficio de otras potencias. La caracterizaron los siguientes rasgos:
- Empleo de nuevas fuentes de energía : si el vapor había constituido la principal fuente de energía durante la Primera Revolución Industrial, durante la Segunda, se desarrollaron otras nuevas:
o El Petróleo: sirvió de combustible al motor de explosión y a la automoción, que alcanzó la madurez con H. Ford en el primer tercio del siglo XX.
o La electricidad: su aplicación fue esencial para la iluminación (Bombilla de Edison, 1879), la transmisión de señales electromagnéticas (telégrafo), acústicas (radio de Marconi) y en determinados motores como los que propulsaban metros y tranvías.
- Nuevos sectores de la producción: acompañando a la industria textil y la siderúrgica, verdaderos motores de la primera industrialización, nuevos sectores se constituirán en punteros entre 1870 y 1914:
o La Industria Química: fabricaba colorantes, explosivos (dinamita, de Nobel), abonos, medicamentos, fibras artificiales (nailon), caucho, etc.
o La nueva siderurgia: transformaba níquel, aluminio y otros metales. El hierro se sometió a novedosos procesos de refinado a través del convertidor de Bessemer o el de Siemens-Martin, favoreciendo el desarrollo de la industria de armamentos que habría de alcanzar una progresión sin precedentes en los años previos a la PrimeraGuerra Mundial.
o Las industrias alimentarias: latas de conserva esterilizadas (1875), frigoríficos industriales (1878), etc.
- Nuevas formas de control de la producción y del trabajo: la complejidad del entramado empresarial y de los procesos de producción pusieron de manifiesto en esta segunda fase de la industrialización la necesidad de nuevos sistemas organizativos. Destacaron dos:
o El Taylorismo: buscaba la planificación científica del proceso productivo en la empresa. La idea partió de F. Taylor quien en su obra "The Principles of Scientific Management", publicada en 1911, teorizó sobre la especialización de las funciones en el trabajo y la estandarización de los procedimientos a seguir. Según él las tareas debían realizarse con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible eliminando pasos y movimientos innecesarios con el objeto de reducir los costes de fabricación. El obrero debe ser aislado convenientemente y tener todos los elementos que manipula a su disposición y fácil alcance. El trabajo intelectual y el manual deben estar separados. Corresponde al primero organizar, impartir directrices y supervisar al segundo. Establece un riguroso cronometraje de cada tarea a fin de evitar el descuido o pérdida de tiempo del operario.
o Trabajo en Cadena ("Fordismo"): Aplicado con éxito en las fábricas de automóviles de Henry Ford significa la máxima especialización del trabajo, la optimización de los rendimientos y el abaratamiento de las mercancías, permitiendo el acceso a las mismas a un creciente número de consumidores.
***Estos procedimientos rompieron con los métodos de producción del pasado, es decir aquellos en los que la fabricación se organizaba artesanalmente y los trabajadores creaban y transformaban la materia prima dentro de un mismo proceso, sin apenas especialización. La implantación de los nuevos sistemas generó importantes problemas de índole social pues llevaban consigo la deshumanización alienante del espacio de trabajo.
- Nuevas formas de capital: Si los pioneros de la industrialización habían financiado sus negocios en buena medida con capital familiar, las nuevas necesidades impulsaron la búsqueda de nuevas fuentes de financiación. Es el caso del ferrocarril, para cuya implantación y desarrollo se necesitaban grandes cantidades de recursos que desbordaban las posibilidades de los particulares adinerados.
Destacaron:
o La Banca: los empresarios acudieron a ella en busca de créditos con los que hacer frente a los crecientes desembolsos de inversión.
o Las sociedades anónimas: constituidas por socios propietarios de acciones (participaciones) de la empresa, que se repartían los beneficios generados proporcionalmente. La compra y la venta de acciones tuvo como escenario la Bolsa.
***Durante la primera industrialización los capitales estuvieron dispersos en pequeñas empresas que competían en un mercado libre. Durante la Segunda Revolución Industrial se tendió a la concentración de capitales en pocas manos y a la fusión empresarial. Las compañías más poderosas absorbieron a las más débiles y controlaron las distintas ramas de la producción pretendiendo controlar el mercado en régimen de monopolio.
Destacaron tres fórmulas de concentración industrial:
· El cártel: acuerdo entre dos o más empresas, que conservaban su autonomía financiera para fijar precios, cuotas de producción y repartirse el mercado.
· El trust: fusión de empresas para imponer los precios de venta y la producción. Ej., la Standard Oil Company, o la fábrica de automóviles Ford.
· El holding: sociedad financiera que controla empresas pertenecientes a sectores productivos diversos mediante la adquisición de la mayoría de sus acciones en Bolsa.
Una economía mundializada
La globalización de la economía se produjo como consecuencia de la necesidad de materias primas y el control de nuevos mercados donde vender los excedentes industriales. Las principales potencias se embarcaron en la conquista y control de amplios territorios en África y Asia, ampliando enormemente las relaciones comerciales y conduciendo a una universalización mercantil y financiera.
Sin embargo, las relaciones de producción se sustentaron en la desigualdad entre las potencias industrializadas (monopolizadoras de la tecnología y productoras de manufacturas) y las áreas no industrializadas (proveedoras de materias primas y mano de obra). Este rasgo fue clave en el fenómeno del Imperialismo.
Por otra parte, la competencia colonial entre los países imperialistas se materializó en conflictos que ocuparon buena parte del siglo XIX y los comienzos del XX, hasta culminar en el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La paz armada
El avance industrial europeo llevó a una creciente rivalidad entre las potencias imperialistas, especialmente porque el auge del Imperio Alemán despertó recelos en el Imperio Británico y el Imperio Francés. Las potencias iniciaron una carrera armamentista: desarrollaron armas como acorazados y submarinos; implantaron el servicio militar para aumentar los ejércitos y fomentaron, a través de la prensa, el sentimiento patriótico en cada nación.
Igualmente, las potencias formaron dos bloques militares opuestos. El primero, la Triple Alianza, conformado por el Imperio Alemán, el Imperio Austro-húngaro e Italia, fue impulsado por los intereses alemanes en los Balcanes y en el Imperio otomano, con apoyo austro-húngaro, que a su vez rivalizaba con Rusia por el predominio en Europa oriental. El segundo bloque, la Triple Entente, formado por Gran Bretaña, Francia y Rusia, se concretó en 1907 para prestarse ayuda mutua en caso de ser atacados por la Triple Alianza.
Las alianzas militares
Entre 1872 y 1890 las relaciones internacionales europeas estuvieron marcadas por la preponderancia de Alemania. Su canciller, Otto Von Bismarck, intentó mantener no obstante una política de equilibrio entre las potencias, que incluía el aislamiento de Francia. |
El país galo era percibido por las potencias más conservadoras como el inspirador de las ideas revolucionarias que atentaban contra el principio de autoridad monárquica y el orden tradicional. La política bismarckiana recibió el nombre de “Realpolitik” (“Política pragmática”) y se llevó a la práctica mediante un complicado entramado de alianzas que es conocido como "Sistemas bismarckianos". A partir de 1890, tras el retiro de Bismarck, el káiser (emperador) Guillermo II tomó personalmente las riendas de la política exterior germana, modificando la del viejo canciller. Ya no se trató solamente de aislar a Francia, también se pretendió rivalizar con el Imperio Británico, apoyándose en la construcción de una potente marina de guerra. Es lo que se conoce como “Weltpolitick” (“Política mundial”). Las relaciones entre las potencias se fueron haciendo cada vez más rígidas y surgieron tensiones que se acrecentaron con los problemas coloniales. La situación propició la formación de alianzas o pactos de carácter político-militar cuyo fin fue proteger a los estados integrantes en una eventual contienda bélica. Las dos principales fueron: |
1) La Triple Alianza: Se formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck. Estuvo constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Sin embargo esta última no cumplió sus compromisos cuando estalló la guerra y en principio se mantuvo neutral hasta intervenir más tarde como miembro del bando contrario. A lo largo del conflicto nuevas potencias se adhirieron a este bloque: Imperio Otomano (octubre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915). 2) La Triple Entente: se creó en 1907 y sus integrantes fueron Francia, Gran Bretaña y Rusia, a las que se añadió más tarde Serbia. Se conoce también con el nombre de los “aliados”. Los precedentes de esta liga hay que buscarlos en la “Entente Cordiale” de Francia y Reino Unido, instituida en 1904. Durante el conflicto se incorporaron Bélgica (atacada por Alemania); Japón (agosto de 1914) aspirante a arrebatar a Alemania sus colonias del Pacífico y sustituir su papel de potencia imperialista en China; Italia (mayo de 1915); Rumanía (junio de 1916), Portugal (marzo de 1916); Estados Unidos (abril de 1917); Grecia (junio de 1917); también fue el caso de China y varios estados latinoamericanos. Las razones que llevaron a la formación de alianzas fueron:
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Las disputas imperialistas
Durante el siglo XIX Gran Bretaña y Francia se habían repartido gran parte del mundo. Al comenzar la siguiente centuria el peso económico de Alemania superaba al de ambas. Sin embargo, ese poder no se correspondía con la escasa entidad de sus posesiones ultramarinas (algunas áreas en el suroeste y oriente africanos, Togo y Camerún, así como algunos archipiélagos en el Pacífico). Alemania demandaba una nueva realidad colonial algo que trataban de impedir Gran Bretaña y Francia. |
Ese escenario fue testigo de tensiones internacionales, hecho acrecentado por el nacimiento de nuevas potencias como Japón o Estados Unidos, cada una de ellas con sus propios planes imperiales.
Dos episodios constituyeron la antesala de la Gran Guerra. Tuvieron lugar entre 1904 y 1911 en Marruecos, área bajo las aspiraciones coloniales francesas que Alemania utilizó para conseguir sus propios beneficios coloniales. Se conocieron como “Crisis marroquíes”.
Las crisis marroquíes
La primera crisis marroquí (1904-1906)
Estalló por la pretensión francesa de crear un protectorado en Marruecos a lo que se opusieron Alemania y España, que también tenían intereses en la zona.
Alemania vio la oportunidad de frenar la expansión colonial francesa y obtener para sí ganancias territoriales. Por su parte Inglaterra transigió con las aspiraciones de Francia a cambio de la renuncia de ésta a intervenir en Egipto, en tanto que España obtuvo el visto bueno francés para actuar en una pequeña parte del territorio marroquí. Pero Alemania se erigió en garante de la independencia de los gobiernos locales frente a las pretensiones imperialistas francesas, originando fuertes desavenencias.
En marzo de 1905 el emperador Guillermo II visitó la ciudad marroquí de Tánger. El hecho elevó hasta su cénit la tensión entre germanos y franceses, que a punto estuvieron de enzarzarse en una guerra.
En 1906 se celebró la Conferencia de Algeciras. En ella participaron numerosas potencias y se logró aliviar transitoriamente el riesgo de conflicto. Se admitió la formal independencia de Marruecos bajo la soberanía del sultán Muley Hafiz, pero en realidad el territorio se mantuvo bajo la tutela francesa. En correspondencia se permitió el libre comercio a todas las potencias. España consiguió mantener sus aspiraciones sobre el norte de la cordillera del Rif y organizó formalmente el área como protectorado en 1912; Francia ya lo había hecho anteriormente con sus territorios.
La primera crisis marroquí desató las alarmas ante un posible conflicto internacional ya que en 1904 Francia y Reino Unido habían suscrito un pacto, la “Entente Cordiale”, ampliado en 1907 con la incorporación de Rusia (Triple Entente). Un conflicto entre Francia y Alemania hubiese supuesto una guerra de proporciones incalculables.
La segunda crisis marroquí (1911)
Se originó tras la acusación efectuada por Alemania de que Francia había trasgredido el Acta de Algeciras. El envío de un buque de guerra germano (el Panther) al puerto de Agadir como medida de presión para hacer valer sus exigencias territoriales, desencadenó una segunda crisis internacional. Francia, apoyada por Gran Bretaña, se doblegó finalmente a las pretensiones germanas, cediendo parte del Congo a cambio de gozar de total libertad de acción en Marruecos. La segunda crisis marroquí exacerbó los ánimos nacionalistas de franceses y alemanes y despejó el camino hacia la guerra. |
El nacionalismo radical
El nacionalismo atribuye entidad y singularidad propias a un territorio y a sus ciudadanos, y sobre él se asientan aspiraciones políticas de carácter muy diverso. En ese proceso nacieron en el siglo XIX dos estados que jugarían un papel fundamental en la historia de Europa: Alemania e Italia. Al tiempo que esto acontecía, tenían lugar procesos de signo inverso que supusieron la disgregación de viejas entidades estatales en beneficio de otras nuevas. Fue el caso de la Turquía otomana, imperio que a finales del siglo XIX estaba en plena descomposición, parte de la cual se desarrollaba en el área de los Balcanes. |
La guerra franco-prusiana (1870), puso los territorios franceses de Alsacia y Lorena en manos de los alemanes. Desde entonces nacionalismo francés no cesó de alentar el desquite y el rescate de dichos territorios. |
Un tercer escenario de fricción nacionalista lo constituyeron los imperios coloniales,cuyas disensiones alentaron fuertestensiones internacionales que propiciaron la formación de alianzas militares y la carrera de armamentos. |
La crisis de los Balcanes (1906-1914)
La desintegración del Imperio Otomano estuvo acompañada de las reivindicaciones nacionalistas de los nuevos estados surgidos en el siglo XIX. El nacionalismo se mezcló con problemas de carácter étnico, religioso y cultural. Las grandes potencias intervinieron en todos ellos según sus intereses, bien de forma directa, caso de Austro-Hungría, Rusia e Italia, o indirecta, como ocurrió con Alemania, Francia y Gran Bretaña. Una serie de crisis contribuyeron a la inestabilidad de la zona y al estallido de la Gran Guerra.
La anexión austro-húngara de Bosnia y Herzegovina (1908)
Bosnia y Herzegovina eran territorios con mayoría musulmana que habían permanecido bajo dominio turco hasta 1877. A partir de entonces pasaron a depender administrativamente de Austria-Hungría que finalmente, en 1908, los anexionó a su imperio, provocando la frustración de Serbia que aspiraba a integrarlos dentro de la Gran Serbia (futura Yugoslavia). En la capital bosnia, Sarajevo, se produjo el 28 de junio de 1914 el asesinato del heredero al trono austríaco Francisco Fernando y su esposa a manos de un estudiante bosnio perteneciente a la "Mano Negra", organización secreta nacionalista pro-serbia.
La primera guerra balcánica (1912)
Esta contienda enfrentó al bloque compuesto por Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro (secundados por Rusia) con Turquía y Austria. Derrotada Turquía hubo de retirarse de la zona y ceder a Bulgaria una salida al mar Egeo.
La segunda guerra balcánica (1913)
Los que fueron aliados en la primera guerra balcánica se enzarzaron en una lucha entre sí: Bulgaria atacó a Serbia, a Grecia y a Montenegro con el objetivo de anexionarse los territorios abandonados por Turquía. Ésta última, junto a Rumanía se unió a Serbia y a Grecia. Bulgaria fue derrotada y los territorios en disputa pasaron a Serbia.
A partir de entonces el objetivo de Serbia fue alcanzar el rango de gran potencia de la zona (Gran Serbia), aspiración que quedó ensombrecida por los tratados de Londres y Bucarest (1913), que reconocieron a Albania como nuevo estado en detrimento de los planes que Serbia se había fijado respecto a la anexión del territorio albanés. Austro-Hungría por su parte entorpeció en la medida de lo posible los planes de Serbia de constituirse como estado importante de la región.
También hubo fricciones entre Grecia y Albania originadas por las aspiraciones de los helenos sobre la región del Epiro (de lengua griega) que había quedado bajo soberanía albanesa.
Estas circunstancias convirtieron los Balcanes en un auténtico polvorín que estallaría meses más tarde.
El contencioso franco-alemán de Alsacia y Lorena
En 1871, por la Paz de Versalles, y tras la derrota sufrida frente a Prusia (Sedán y Metz), Francia hubo de ceder a ésta los territorios de Alsacia y Lorena, que estaban bajo su soberanía desde 1648. Desde entonces un sentimiento reivindicativo y revanchista, atizado por problemas derivados de la expansión imperialista, ensombreció las relaciones franco-alemanas. |
Bismarck intentó aislar a Francia a través de la acción diplomática, mientras que ésta recurrió a alianzas con otros estados para contrarrestar la estrategia alemana.
El nacionalismo francés se alimentó de organizaciones como la “Défense de L’Alsace-Lorraine”, que hicieron ostentación de un profundo sentimiento anti-germano, de fácil justificación, por cuanto los alemanes pusieron en práctica una agresiva política de germanización lingüística y cultural en ambos territorios. |
En 1918, una vez finalizada la Gran Guerra, Alsacia y Lorena volvieron a Francia para caer de nuevo en manos alemanas durante la II Guerra Mundial. Al término de ésta fueron reintegradas definitivamente a Francia.
Otros conflictos: Polonia
Polonia había sufrido históricamente diversos repartos a manos de sus poderosos vecinos. El Congreso de Viena (1815) sancionó uno más y el país quedó dividido entre Rusia, Austria y Prusia, siendo su población sometida a distintos regímenes y administraciones. |
El nacionalismo polaco liderado por Józef Pilsudski, refugiado en la zona de Galitzia bajo dominio austriaco, constituyó un elemento más en la rivalidad que enfrentaba a Austria-Hungría y Rusia. La política de germanización desarrollada en la zona bajo dominio prusiano enrareció aún más el ambiente.
Al estallar la Gran Guerra los polacos, encuadrados en los ejércitos de las potencias ocupantes, lucharon entre sí. En 1917, tras la revolución bolchevique y la retirada de Rusia, ésta aceptó la autodeterminación de Polonia que se encontraba en esos momentos en casi su totalidad invadida por Alemania. Cuando ésta firmó el armisticio hubo de abandonar el territorio polaco creándose en 1919 la República de Polonia, soberana e independiente tras más de un siglo de dominación extranjera. El estallido de la II Guerra Mundial condujo a una nueva invasión del país por los alemanes que la mantuvieron en sus manos durante casi todo el conflicto.
En el preámbulo de la Gran Guerra Polonia constituía pues un elemento de fricción más entre las grandes potencias, muy especialmente entre Rusia y Austria-Hungría.
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austro-húngaro, fue asesinado por un bosnio pro-serbio en Sarajevo, la capital de Bosnia. Ante este hecho, el imperio austrohúngaro, contando con el respaldo de Alemania, lanzó un ultimátum a Serbia para que le permitiera participar en la investigación del asesinato. Por no aceptar una de las exigencias, Austria declaró la guerra a Serbia el 28 de julio y, al día siguiente Rusia, que apoyaba a Serbia, ordenó la movilización general de sus tropas. De esta manera se activó el sistema de alianzas europeo, pues tres días después, Alemania declaró la guerra a Rusia y, en respuesta, Francia declaró la guerra a Alemania. Las operaciones militares empezaron el 4 de agosto, con la invasión de Alemania sobre Bélgica con el objetivo de rodear y sorprender a las tropas francesas, conquistar París en pocas semanas, y así derrotar a Francia. El ataque sobre Bélgica involucró a Gran Bretaña en la guerra, pues esta se había comprometido a defenderla, mientras que Italia no apoyó a la Triple Alianza.
Desarrollo de la guerra
La confrontación inició con la invasión alemana sobre Francia a través de Bélgica, y el intento de cercar al ejército francés que había atacado la región fronteriza de Alsacia, sin embargo, con el apoyo de la naciente aviación, los franceses pudieron resistir. El avance alemán llegó hasta 40 kilómetros de París, donde fueron detenidos en la batalla del río Marne, en septiembre de 1914, gracias a la resistencia francesa comandada por el general Joseph Joffré, y el apoyo del ejército británico, que se organizó rápidamente para iniciar acciones en el Continente.
En el frente oriental, los austro-húngaros invadieron Serbia, mientras una fuerza invasora rusa fue derrotada por los alemanes comandados por el general Hindenburg en la batalla de Tannenberg, en el primer mes de la guerra, y luego, con la ayuda de los austriacos, el ejército alemán, que tuvo que dividirse en dos frentes de batalla, expulsó de Polonia a los ejércitos rusos en la zona de los Lagos Masurianos y penetró en Rusia. A partir de este momento, los rusos intentaron varias contraofensivas, pero fueron controlados por las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría), quienes pasaron a dominar la situación en el frente oriental.
La guerra de Trincheras
Desde finales de 1914 y casi hasta el final de la guerra en 1918, los frentes se estabilizaron en el norte de Francia y al oriente en Rusia. Los ejércitos optaron por la estrategia de defender sus posiciones, cavando extensas líneas de trincheras y estableciendo fortificaciones defensivas, desde la frontera suiza hasta el canal de la Mancha en Flandes por el norte. En estas trincheras combatieron millones de hombres, quienes vivían en pésimas condiciones higiénicas, con pocos alimentos, bajo un bombardeo constante de artillería y ocasionales intentos por romper el frente que, sin embargo, eran contrarrestados por el fuego de las ametralladoras.
Las principales ofensivas fueron la de los alemanes en Verdun (febrero de 1916) y la de los británicos en el Somme (julio de 1916), las cuales costaron miles de vidas y no consiguieron avances importantes. En este período el conflicto se extendió con la entrada de Bulgaria y el Imperio otomano del lado de las potencias centrales, mientras Italia se unió a la Triple Entente en 1915 y abrió un frente de batalla con los austro-húngaros al norte de su territorio. En 1915, en Gallipoli, los otomanos rechazaron una invasión británica, sin embargo, sus territorios en Oriente Medio (Palestina, Siria, Arabia e Irak) fueron ocupados con ayuda de grupos nacionalistas árabes. Por otra parte, los británicos conquistaron las colonias alemanas en África, mientras Japón se expandía en Asia y el Pacífico.
El final de la guerra
En 1917 se produjo un giro en el desarrollo de la guerra. En primer lugar, se cerró el frente oriental por el retiro de Rusia de la guerra tras el triunfo de la revolución bolchevique, y en segundo lugar, los Estados Unidos entraron al conflicto del lado de las potencias aliadas, con todo su potencial industrial y sus recursos bélicos y humanos. Tras la retirada rusa, los alemanes concentraron sus fuerzas en una nueva ofensiva que se inició en julio de 1918, sin embargo, las tropas francesas, británicas y estadounidenses resistieron el ataque, y obtuvieron finalmente la victoria en la segunda batalla del Marne en el mes de agosto. Al tiempo, se presentó una serie de victorias aliadas: Italia derrotó la mayor parte del ejército austro-húngaro, y los franceses y británicos ocuparon los Balcanes.
De esta manera, las potencias centrales se fueron rindiendo: primero el Imperio otomano, luego Austria y finalmente Alemania, que dos días después de que el emperador Guillermo II abdicara, firmó un armisticio el 11 de noviembre de 1918.
Rasgos característicos de la Primera Guerra Mundial:
Con respecto a los conflictos anteriores, especialmente, a los sucedidos en el siglo XIX, la Primera Guerra Mundial adquiere unos rasgos distintivos:
1) Gran extensión: el elevado número de contendientes, la enorme extensión geográfica afectada y la relevancia demográfica que alcanzó el conflicto, justifican el apelativos de “Gran Guerra” o “ Primera Guerra Mundial”. Aunque se inició en el continente europeo, con la implicación de Austro-Hungría y Serbia, el juego de las alianzas militares arrastró a la contienda a un creciente número de potencias.
Algunos países como el Reino Unido y Francia eran poseedores de vastos imperios coloniales que se pusieron en pie de guerra con sus respectivos dominios, con lo que en la práctica participaron en las hostilidades los cinco continentes. Aunque los combates más duros se desarrollaron en Europa (Bélgica y Francia), los frentes se prolongaron a lolargo de miles de kilómetros.
2) Gran duración: desde que Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914 hasta que Alemania firmó el armisticio el 11 de noviembre de 1918, se desarrolló un conflicto bélico que superó en duración cuantos habían tenido lugar durante los siglos XVIII y XIX, si se exceptúan las guerras napoleónicas. Tan solo algunas pugnas coloniales o civiles lo sobrepasaron.
La prolongación de la guerra supuso un gran esfuerzo económico y social y ocasionó un enorme coste demográfico, psicológico y moral que entorpecería significativamente la reconstrucción durante el largo período de posguerra.
3) Empleo de un armamento sofisticado: las innovaciones tecnológicas de la Segunda Revolución Industrial irrumpieron de lleno en la producción de armamentos. En poco tiempo se diseñaron y crearon armas desconocidas hasta entonces y se perfeccionaron las empleadas en conflictos precedentes. Junto a éstas pervivió la tradición, evidenciada en el manejo de medios de transporte antiguos (caballería) o el empleo de armas blancas como la bayoneta, útil en la lucha cuerpo a cuerpo en las trincheras.
Tras una primera fase de movimientos el conflicto evolucionó hacia la estabilización de los frentes dispuestos a lo largo de fosas excavadas en la tierra y túneles blindados de hormigón. Es la denominada “guerra de trincheras” que dejó inmovilizados a millones de combatientes enfrascados durante meses en una lucha de desgaste que aunaba un alto índice de bajas y una profunda desmoralización.
El empleo de alambradas con espinos, armas químicas, ametralladoras y artillería de grueso calibre dejaba desvalida a la infantería en los ataques a las líneas enemigas. Con frecuencia cundió el desánimo entre los combatientes, hecho que se tradujo en numerosos motines que los estados mayores abortaron empleando drásticas medidas represivas. Para contrarrestar la desmoralización causad por este tipo de guerra se empleó de forma masiva y sistemática la propaganda militar.
4) Movilización masiva: cada vez los ejércitos necesitaron movilizar a más y más hombres. La necesidad de efectivos para la lucha hizo que las edades de reclutamiento forzoso fuesen ampliadas, dando lugar a la incorporación al combate de adolescentes y hombres de edad madura.
Ello repercutió en una dramática escasez de mano de obra en la retaguardia, que se palió en parte con mano de obra femenina. Hasta entonces, la mujer había intervenido poco en la industria, solo en la textil, y la mayoría había permanecido en el hogar colaborando en las faenas agrícolas. La incorporación femenina a la producción industrial sustituyendo en sus puestos de trabajo a los hombres supuso una auténtica revolución social que se decantaría con posterioridad y revelaría su verdadero alcance con la conquista de los derechos políticos y legales de la mujer.
5) Uso intensivo de la propaganda: se llamaba al frente a través de grandes carteles de publicidad, del uso de los medios de comunicación, prensa y radio, que pasaron a ser controlados y censurados por los gobiernos. Se lanzaban agresivas campañas de nacionalismo y moralización.
6) Importancia de la retaguardia: la guerra no solo afectó al frente, sino también a la retaguardia. Se puso en práctica una fuerte planificación económica acompañada de cambios en la organización productiva, laboral y sanitaria. A las líneas de combate llegaban grandes cantidades de pertrechos militares, víveres y medicinas procedentes de las ciudades, elaborados por una industria que hubo de adaptarse a las necesidades bélicas. La escasez de ciertas materias primas y de alimentos, llevó a un rígido control sobre las mercancías y al racionamiento de alimentos.